Algunos -unos cuantos-, en realidad, muchos venezolanos opositores temen votar en las elecciones primarias que se realizarán mañana. La mayoría de ellos trabaja en o para el gobierno, ya sea como empleados o como prestadores de servicios. El oficialismo, a través de los medios de comunicación, pero también mediante presiones en el ámbito laboral, se ha ocupado -eficientemente- de amenazarlos. Les aseguran que los numerosos ojos del Gran Hermano rojo pasarán "revista" en los centros de votación para averiguar quién traiciona al gran líder. Les prometen cuadricularles la vida y empujarlos hacia la puerta de salida de sus sitios de trabajo. A los otros les garantizan que no les pagarán, que rescindirán los contratos vigentes y que les dejarán fuera del sistema de contrataciones.
Los que se dejan doblegar por los intolerantes, piensan que son los únicos que tienen algo qué perder. Están equivocados. Todos, sin excepción, tenemos mucho más qué perder si no votamos mañana, si reservamos el voto para las elecciones presidenciales, y peor aún, si no votamos ni mañana ni en octubre. La abstención es el peor verdugo de la libertad. La abstención tiene dos caras: la más fea es expresión de egoísmo y la más penosa es expresión de indiferencia. El voto, en cambio, es lo que nos permite liberarnos del miedo, derrotar a los intolerantes y poner fin a la represión.
Hay quienes no conceden a las elecciones primarias la importancia que tienen. Les parece que da igual si votan o no, piensan que un voto más o menos no incidirá en el resultado. También están equivocados. Cada voto cuenta, y si son muchos los que opinan lo contrario, entonces serán muchos los votos que no se contarán y cuya falta marcará la diferencia en el escrutinio final.
La experiencia histórica de los pueblos que nos preceden en estos avatares demuestra que hay dos modos de sacudirse a un dictador: por las buenas o por las malas. Por la buenas funciona empleando las herramientas democráticas y pacíficas que ofrece, en este caso, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD): unas elecciones primarias -las primeras que se hacen en el país- que se resuelven mediante el sufragio.
Por las buenas evitamos tener que hacerlo, algún día, por las malas.
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