19 marzo 2010

Oficialismo - CNE - Oposición




En teoría, el Consejo Nacional Electoral (CNE) es el fiel de la balanza en todos los procesos electorales y refrendarios que se llevan a cabo en el país. Su función es establecer las reglas y los procedimientos por los cuales se rigen los comicios. Su responsabilidad consiste en garantizar la eficiencia organizativa "y en particular, la claridad, equidad y credibilidad de todos estos procesos y sus resultados...".

Desafortundamente, la práctica dista mucho de esta definición. El ente rector del Poder Electoral, integrado por tres sociólogos, una abogada y una licenciada en computación, es cada vez menos imparcial y equitativo, lo que empaña su claridad y, en definitiva, le resta credibilidad.

En medio de las fuerzas oficialista y opositora, el CNE se inclina demasiado hacia la primera, facilitándole ventajas que le niega a la otra, por ejemplo, no regulando la excesiva y, con frecuencia, exarcebada actividad proselitista y electoral del Presidente de la República a favor de sus candidatos a la Asamblea Nacional, pero exigiendo, en cambio, a los medios de comunicación privados -únicos espacios a los que tienen acceso los candidatos de la oposición- una "cobertura equilibrada".

A quien le corresponde mantener una posición equilibrada mediante la aplicación de reglas equitativas para todos y el cumplimiento a cabalidad del procedimiento es, principalmente, al propio Consejo Nacional Electoral.

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